Nuestra Señora de París de Victor Hugo
La catedral era para él no solamente su compañía sino su mundo, el universo entero, la naturaleza toda. No soñaba con más árboles que las vidrieras siempre en flor, ni con más sombra que la de los follajes de piedra que surgían llenos de pájaros en la enramada de los capiteles sajones, ni con más montañas que las colosales torres de la iglesia, ni con más océanos que el de París susurrando a sus pies.
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