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Conjunto vacío de Verónica Gerber Bicecci
Para olvidar a alguien hay que volverse extremadamente metódico.
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Conjunto vacío de Verónica Gerber Bicecci
Pero lo más extraño del búnker era cuando todo estaba en calma. El silencio absoluto solía ser presagio de catástrofe.
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Conjunto vacío de Verónica Gerber Bicecci
Todas las cosas se descubren después. La soledad, por ejemplo. No cuando creemos que estamos solos ni cuando nos sentimos abandonados. Eso es otra cosa. La soledad es invisible, se atraviesa sin saberlo, sin darnos cuenta. Al menos esta de la que hablo. Es una especie de conjunto vacío que se instala en el cuerpo, en el habla, y nos vuelve ininteligibles. Aparece inesperadamente al mirar hacia atrás, instalada en un momento en el que no habíamos reparado.
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Conjunto vacío de Verónica Gerber Bicecci
Mi expediente amoroso es una colección de principios. Un paisaje definitivamente inacabado que se extiende entre excavaciones inundadas, cimientos al aire libre y estructuras en ruina; una necrópolis interior que ha estado en obra negra desde que recuerdo. Cuando te conviertes en coleccionista de inicios también puedes corroborar, con precisión casi científica, la poca variabilidad que tienen los finales. Estoy condenada, particularmente, a la renuncia. Aunque, en realidad, no hay mucha diferencia, todas las historias terminan bastante parecido. Los conjuntos se intersectan más o menos igual y lo único que cambia es el punto de vista desde el que te toca ver: la renuncia es voluntaria, el consenso es la menos común de las opciones, y el abandono es una imposición.
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¿Cuántas novelas policíacas publicó Agatha Christie?