Todo fluye de Vasili Grossman
Como un licor viejo de miles de años, el principio de servidumbre se fortaleció en el alma rusa. Como el agua regia, que es fumante por fuerza propia, aquel principio disolvió el metal y la sal de la dignidad humana y transformó la vida espiritual del hombre ruso. Durante novecientos años las vastas extensiones de Rusia, que proporcionan -a quien tenga una visión superficial de las cosas- una sensación de excitación espiritual, de ardor, de libertad, fueron el alambique mudo de la esclavitud.
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