Todo fluye de Vasili Grossman
Había desaparecido de la conciencia de la gente, de sus corazones, ya fueran fríos o ardientes; existía en secreto, y cada vez surgía con más dificultad en la memoria de aquellos que lo habían conocido. Pero entre tanto el tiempo trabajaba sin apresurarse, concienzudamente: aquel hombre que primero había sido borrado de la vida, migrando en el recuerdo de la gente, que después había perdido el permiso de residencia incluso en la memoria, había ido a parar al subconsciente, de donde saltaba de vez en cuando como el muñeco de una caja sorpresa, asustando por lo inesperado de su aparición momentánea. Y el tiempo seguía tranquilamente haciendo su trabajo, sencillo y terrenal, e Iván ya había dado un paso para abandonar el sombrío sótano del subconsciente de sus amigos e instalarse en el dominio de la no existencia, en el olvido eterno. Pero llegaron nuevos tiempos, los tiempos postestalinistas, y el destino quiso que Iván volviera a caminar nuevamente por aquella misma vida que había dejado de pensar en él, que había olvidado su imagen.
|