Una canción salvaje de V. E. Schwab
August se detuvo y lo observó, tratando de comprender qué hacía que los hombres se quebraran así. No de un modo físico (los cuerpos humanos era frágiles) sino en su corazón y su alma; qué los hacía dar el salto y caer, aún cuando sabían que abajo no había dónde aterrizar.
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