Elogio de lo cotidiano de Tzvetan Todorov
La mayoría de las veces la intención elogiosa no muestra la menor ambigüedad. Se refleja tanto en la serenidad que emana de la figura de la mujer como en la mirada feliz y admirativa del niño, pero también en la representación magnificada de esas salas y esos patio interiores, impecablemente limpios e inundados de luz, como si estuviéramos en una iglesia.
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