Dime una adivinanza de Tillie Olsen
Se había refugiado en los nietos, que habían tenido infancias de niños sin pasar hambre; no habían vivido devastados por la enfermedad, sino en casas cálidas con muchas habitaciones; habían ido a la escuela todo lo que habían querido; podían caminar por las calles que desearan y sacaban una cabeza a sus abuelos —además de tener la piel suave, la espalda recta y la mirada franca y clara.
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