Tess de los d'Urberville de Thomas Hardy
A veces, su caprichosa fantasía acentuaba los fenómenos físicos que la circundaban, hasta el punto de imaginarse que eran episodios de su misma historia. Y no era que lo creyera, sino que lo eran con toda realidad, pues este mundo es sólo un fenómeno psicológico y lo que eso parecía, lo era. Las brisas y ventoleras de la medianoche, gimiendo por entre las apretadas yemas y la corteza de las ramas invernales, eran voces de amargo reproche. Un día de lluvia era la expresión de un dolor sin consuelo ante su debilidad en el alma de algún vago ser ético al que ella no podía clasificar resueltamente como al Dios de su niñez, sin que pudiera explicarse tampoco quién sino Él pudiera ser.
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