En piel ajena de Tana French
He leído en algún sitio que la última palabra en todas las cajas negras de todos los aviones estrellados, la última cosa que el piloto dice cuando sabe que está a punto de morir es «mamá». Cuando todo el mundo y toda tu vida se te escapan a la velocidad de la luz, eso es lo único que te queda. Me aterrorizaba la idea de que, si algún día algún sospechoso me ponía una navaja en el cuello, si mi vida se condensaba en una milésima de segundo, no quedara nada más que decir dentro de mí, nadie a quien llamar. Pero lo que dije, lo que pronuncié con voz inaudible en aquel silencio fino como un cabello entre el disparo de Daniel y el mío, fue «Sam».
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