El fin del amor: Amar y follar en el siglo XXI de Tamara Tenenbaum
Siento que tiene que existir una manera de que eso que llamamos soltería sea también amorosa y cuidadosa; que alguien con quien me veo una vez por año me ponga el hombro y la oreja en una noche difícil aunque no pinte sexo; animarme a estar disponible y abierta para las personas en mi vida incluso si mi relación con ellas no tiene nombre (aun) ni permanencia; que no me parezca de freak que un hombre con el que comparto la cama y no mucho más necesite contarme algo o pedirme algo fuera de ella. Pensar de forma más continua el amor y la amistad, ese modelo de unión libre que tenemos a mano que no depende de reglas claras ni de verse todos los días ni de un “proyecto en común” sino de la libertad. Quiero construir a partir de esos vínculos fluidos un compromiso comunitario y colectivo con los cuerpos y las personas deseantes que conozco que no implique obligaciones ni etiquetas pero sí cuidado y afecto en el sentido más amplio pero también más verdadero de esos términos. Dejar atrás la lógica del consumo de personas, del mercado donde nos medimos y nos tasamos mutuamente, y probar mirar de frente el deseo propio y el del otro: cuando nos calienta pero también cuando nos molesta, nos enoja o nos desconcierta.
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