La primera estrella de la noche de Susan Elizabeth Phillips
—Dudo mucho que alguna vez estés de humor para escuchar a nadie. —¿Qué quieres decir? —Qué estás tan acostumbrado a sentirte superior que se te ha olvidado que hay personas que pueden saber algo que tú no sabes. —La frustración le aguzaba el ingenio. Él se puso una de aquellas manos enormes en la cadera. —¿Y qué me dices de ti? ¿Acaso te sientes tan frustrada que necesitas atacar a los que tenemos éxito? —No. Quizá. No lo sé. ¡Que te den! |