La segunda vida de Bree Tanner de Stephenie Meyer
- Diego... - repetí, sin saber que más decir. Me miró a los ojos, y esperé a que sus labios adoptasen aquella sonrisa relajada, a que hiciese alguna broma sobre ninjas o IAEs. No lo hizo. En cambio, se inclinó hacia mí lentamente, sin apartar sus ojos de los míos en ningún momento, y me besó. Sus labios suaves presionaron los míos durante un segundo eterno, mientras nos mirábamos fijamente el uno al otro. Entonces se separó de mí y suspiró. - Vuelve a casa, escóndete detrás de Fred y actúa como si no supieras nada. Yo estaré ahí mismo, detrás de ti. - Ten cuidado. Tomé su mano, la apreté con fuerza y la solté. |