Ojos violeta de Stephen Woodworth
La mujer negra levantó el soporte con el pie. —Agárrese. —¿Serena? —¿Sí? —Gracias. —No me las dé todavía. Mi trabajo acaba de comenzar. Pisó el pedal de arranque, aceleró, y se marcharon con gran estruendo por Turk Street abajo. |