Cujo de Stephen King
No se lo había dicho porque Holly se había atrincherado en su vida suburbana de la alta clase media como un soldado que montara guardia en una trinchera individual. No se lo había dicho porque la horrorizada cólera no podía resolver sus problemas. No se lo había dicho porque a nadie le gusta parecer un bicho raro de un espectáculo secundario, pasando días y semanas y meses con un hombre antipático, poco comunicativo y a veces temible. Charity había descubierto que había cosas que a nadie le apetece contar. Y no por vergüenza. A veces, era mejor —más amable— guardar las apariencias. Y, sobre todo, no se lo había dicho porque aquellas cosas eran asunto suyo. Lo que le ocurriera a Brett era asunto suyo… y, en el transcurso de los últimos días, había llegado más o menos a creer que, lo que él hiciera en su vida, dependería en último extremo no tanto de ella y Joe cuanto del propio Brett |