Mientras escribo de Stephen King
Es importante pensar que en la vida real no hay nadie que sea «el malo», «el amigo del alma» o «la puta con corazón de oro». En la vida real nos vemos todos como protagonistas, el no va más. Siempre nos enfoca la cámara a nosotros. Si eres capaz de trasladar esa actitud a la narrativa, es posible que no te resulte fácil crear personajes brillantes, pero caerás menos en la trampa de crear monigotes unidimensionales como los que pueblan la narrativa popular.
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