Misery de Stephen King
Sobre la pila habia grandes ventanas que dejarían entrar mucha luz hasta en días nublados. Debía haber sido una cocina alegre; pero no lo era. El cubo de la basura estaba desbordado y emitía el aroma cálido de los alimentos en descomposición. Aquello no era lo único que estaba mal ni el peor de los olores. Había otro que parecía existir sobre todo en su mente, pero que no por ello dejaba de ser real. Era perfume de Wilkes, el olor psíquico de la obsesión.
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