Cuento de hadas de Stephen King
El problema con los perros (en el supuesto de que no les pegues, claro) es que confían en ti. Tú les proporcionas alimento y cobijo. Eres el que puede rescatar el mono chillón de debajo del sofá con una de tus hábiles garras de cinco dedos. También eres el que les da amor. El problema con esa clase de confianza incondicional es que conlleva un alto grado de responsabilidad. En general, está bien que así sea.
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