Ángeles de la oscuridad de Stephany Hernández
—¿Estás bien? –escuché preguntar al entrenador–. De no ser por Ángeles no sé qué hubiera pasado –se lamentó. Yo solo asentí y traté de incorporarme con un poco de dificultad. Ella enseguida me ayudó y Mike me cubrió con una toalla seca antes de abrazarme con fuerza. —Te dije que siempre habría un ángel cerca –Ángeles sonrió y me dejó a solas con mi novio. |