Solaris de Stanislaw Lem
[...] No soy un estudioso de las ciencias de la religión y quizás no haya descubierto gran cosa, pero, por un casual, ¿sabes si alguna vez ha existido una fe en un dios... imperfecto? —¿Imperfecto? —repitió, arqueando las cejas —. ¿Qué quieres decir? En cierto sentido, los dioses de todas las religiones eran imperfectos por culpa de sus exagerados rasgos humanos. El dios del antiguo testamento, por ejemplo, era un alborotador, sediento de víctimas propiciatorias y de muestras de respeto, celoso de otros dioses... Los dioses griegos, por su inclinación a riñas y disputas familiares, eran también, imperfectos de un modo intrínsecamente humano. |