La herencia de Eszter de Sándor Márai
Regresó a mi lado, me miró profundamente a los ojos. Estuvo callado durante un largo rato. Nos mirábamos, con los ojos medio cerrados, con atención y curiosidad. Su rostro reflejaba seriedad y devoción. - Permíteme una pregunta, Eszter -me dijo en voz baja y seria-. Una sola pregunta. Cerré los ojos, sentía sofoco, mareo. Ese mareo duró unos instantes, e hice un gesto con la mano para protegerme. "Ahora me va a hacer una pregunta -pensé-. Dios mío, me va a hacer una pregunta. ¿Qué me va a preguntar? ¿Quizás me pregunte por qué ocurrió todo? ¿Quizá me pregunte si fui yo la cobarde? ¡Le tengo que responder!" Suspiré y lo miré, preparada para responder. -Dime, Eszter -me preguntó entonces en voz baja, con un tono de intimidad-, ¿sigue la casa libre de hipotecas? |