Velo de sangre de Silvia Barbeito
Lejos, muy lejos, a un millón de años luz de donde estaba su consciencia, alguien la agarró de la mano en un gesto de silencioso apoyo. Y, aunque no abrió los ojos para comprobarlo, supo que era Roi, que, como era costumbre en él, se había dado cuenta de que ya no estaba en esa habitación, con ellos, y la apoyaba sin forzarla.
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