Claudine en la escuela de Sidonie-Gabrielle Colette
La verdad es que me gusta, en el fondo mucho más de lo que quiero confesar; por más que me repita una y otra ve que no es realmente hermosa, su zalamería animal y traidora, la picardía de sus ojos, no impide, antes al contrario, que posea el encanto que da lo raro, lo débil, lo perversamente ingenuo y la piel blanca, y las finas manos al final de sus torneados brazos, y sus bonitos pies
|