Claudine casada de Sidonie-Gabrielle Colette
A veces, irritada, enervada por esa dulzura tenaz, por su belleza, que me pasa por la cara como si fuera un ramillete, que, apenas velada, adorna ante mí, siento ganas de preguntarle bruscamente: "¿Adónde quieres ir a parar?" Pero temo que me lo diga.
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