Claudine en París de Sidonie-Gabrielle Colette
Completamente desdoblada, me veo mover, me oigo hablar, voz que llega de un poco lejos, y Claudine, la juiciosa, encadenada, encerrada en una habitación de cristal, oye charlar a Claudine la loca sin poder hacer nada por ella. No puede hacer nada por ella, ni quiere hacer nada tampoco. La chimenea cuya caída temía se ha derrumbado al fin estrepitosamente sobre mí, yel polvo de la caída forma un halo de oro en torno a las bombillas eléctricas.
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