El trigo tierno de Sidonie-Gabrielle Colette
Se detuvo en la curva del sendero. Todo el azul había huido del mar, fundido en un metal sólido y gris, casi sin rizos, y el sol ya apagado dejaba en el horizonte una larga estela de un rojo triste, por encima del cual reinaba una zona pálida, verde, más clara que la aurora, en la que se hallaba inmersa la húmeda estrella que es la primera en surgir.
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