La maldición de Hill House de Shirley Jackson
Estaba convencida de que nunca se malgastaba nada, ni siquiera la propia infancia; y luego, cada año, una mañana de verano, el cálido viento soplaría calle abajo por donde ella caminaba y un pensamiento sombrío se apoderaría de ella: He dejado pasar más tiempo
|