Lo que nos vigila: 13 relatos de horror y misterio de Sergio Torrente Verdeja
Lo más extraño era que esas personas sólo podían interactuar conmigo mientras los veía. Si cerraba mi ojo, simplemente se esfumaban y dejaba de verlos y oírlos. Parecía como si dejasen de existir, si bien es cierto que continuaban ahí.
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