La leyenda de una casa solariega de Selma Lagerlöf
Sabía lo que se sentía, algo así como lo que deben sentir los árboles cuando son talados, no de la forma habitual, cuando simplemente se les corta el tallo, sino cuando se les sacan las raíces y se los deja en la tierra para morir. Allí se encuentra el árbol sin entender por qué ya no le llega savia ni alimento. (...) Tiene que morir. No hay más remedio, tiene que morir.
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