El Murmullo de Las Abejas de Segovia Sofia
Se acomodaba y reacomodaba la mortaja en que lo había envuelto su madre mientras le daba su última bendición y le decía ve con Dios, m'ijo, que ahí nos vemos luego. Suponía que cuando la propia madre lo daba a uno por muerto, uno mismo también debía asumirlo, qué remedio quedaba.
|