La dependienta de Sayaka Murata
Nada más empezar a trabajar me había dado cuenta de que a mis compañeros les gustaba que yo compartiera sus motivos de enfado. Si me solidarizaba con ellos, ya fuera para critiicar al jefe o a algún compañero del turno de noche que se había escaqueado, surgía una extraña complicidad entre nosotros y celebraban mi indignación.
|