Nunca juzgues a una dama por su apariencia de Sarah MacLean
—Desearía… Se calló cuando él la rodeó con sus brazos. —Dime… —Desearía que fuéramos otras personas —musitó—. Me gustaría que fuéramos gente sencilla, y lo único que nos importara fuera tener comida en la mesa y un techo sobre nuestras cabezas. —Y amor —añadió él. Georgiana no vaciló. —Y amor —convino. |