Casa de Llama y Sombra. Ciudad Medialuna III de Sarah J. Maas
—Se puede hacer el bien —advirtió Azriel— sin dejar de ser malo. Bryce silbó. —Conozco a varios hombres en casa que soñarían con pronunciar una frase así con ese aplomo. Nesta se rio. —Yo también conozco a varios. Azriel miró a su compañera con incredulidad. Pero Nesta le estaba sonriendo a Bryce. Ella le devolvió la sonrisa. —El ego masculino: una constante universal. Nesta volvió a reír. —Si no fueras nuestra cautiva —dijo negando con la cabeza-, creo que me gustaría considerarte mi amiga, Bryce Quinlan. Bryce no supo por qué las palabras tocaron una fibra en lo más hondo de su ser. |