Una corte de rosas y espinas de Sarah J. Maas
La túnica de Rhysand estaba abierta, y se pasó una mano por el pelo oscuro antes de apoyarse sin palabras contra la pared frente a mí y resbalar lentamente hasta quedar sentado en el suelo. —¿Qué quieres? —quise saber. —Un momento de paz y quietud -murmuró él frotándose las sienes. —¿Para descansar de qué? —pregunté después de un buen rato. Él se masajeó la piel pálida del rostro y lanzó un suspiro. —De este lío —respondió. Me incorporé un poco sobre el montón de paja. Nunca lo había visto tan sincero. —Esa perra de mierda está haciéndome sudar la gota gorda —afirmó; se apartó las manos de la cara y apoyó la cabeza contra la pared—. Tú me odias. Imagínate cómo te sentirías si yo te utilizara en mi dormitorio. Soy alto lord de la Corte Noche..., no su puta. |