Casa de tierra y sangre de Sarah J. Maas
Pero era la única persona con quien podía ser yo misma sin juzgada. La única persona que yo sabía que siempre me cogería el teléfono o me volvería a llamar. Era la única persona que me hacía sentir valiente porque no importaba lo que sucediera, no importaba cómo de vergonzoso o patético fuera, sabía que ella estaba de mi lado. Que si todo se iba a la mierda, yo podía hablar con ella y todo estaría bien
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