Cómo maté a mi padre de Sara Jaramillo Klinkert
Nunca imaginé que la verde exuberancia pudiera albergar tanta desolación. El verde sobre el verde contenía todos los colores, todas las formas, todos los olores. Se había hecho más verde en nuestra ausencia y nosotros, en cambio, habíamos palidecido, como las ranas de los platanales, que son tan blancas que se vuelven transparentes, son tan transparentes que se vuelven invisibles, son tan invisibles que terminan estripadas bajo una pisada desconocida.
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