Cómo maté a mi padre de Sara Jaramillo Klinkert
Cuando alguien se muere, uno tiende a aferrarse a los recuerdos, a unir los retazos. Es una lucha constante contra el olvido, a sabiendas de que no hay manera de ganarle. El tiempo pasa como un vendaval arrasando todo lo que no esté muy firme. Pero incluso las cosas más firmes amenazan con esfumarse. Yo he recreado la última cara de mi padre tantas veces que en ocasiones me pregunto si fue un invento de mi cabeza para tener de quién despedirse. Toda partida sin adiós es inconclusa.
|