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Acércate de Sara Gran
No pueden decir que no. Todo lo que necesito es una via de entrada. Un sueño es la manera más fácil, pero entonces nunca son conscientes, ni siquiera saben que las he poseído. Necesito a alguien como Amanda. Ella dice que no lo sabía. Ella dice que no me quería. Pero no hubiese podido entrar si ella no hubiera querido. Todo el mundo me quiere. Todos y cada uno. Todos menos Ed. |
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Acércate de Sara Gran
Esa noche tuve un sueño extraño que recordé con mucha claridad a la mañana siguiente. Un océano rojo estaba bordeado por una orilla de arena de un carmesí más oscuro. En el océano una mujer jugaba entre las olas. Era hermosa y tenía unos ojos grandes y oscuros; su único defecto era una enorme cabeza de pelo negro, apelmazado en sucios bucles. La observé desde la orilla. Salió del mar y el líquido rojo se deslizó por ella como mercurio. Entonces estábamos tumbadas una al lado de la otra sobre la arena. Sus dientes eran afilados como colmillos. Pensé que eran muy bonitos. -Me gustas- me dijo. Extendió la mano y enrolló un mechón de mi pelo entre sus dedos. Me sonrojé y miré hacia la arena roja. -¿Puedo quedarme contigo?- preguntó. Con el dedo índice dibujó sí en la arena carmesí. Al lado ella escribió su nombre: NAMAAH. |
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Acércate de Sara Gran
Por supuesto que se resistió al principio. Todas lo hacen. Y entonces ven las posibilidades y están felices de seguirme la corriente. Ella podía haber continuado para siempre su triste y solitaria vida. Pero a veces la puerta a una vida mejor se abre y no es tan sencillo decir «no». No puedes pasarte toda la vida diciendo «no». A veces tienes que decir «si» y ver a dónde te lleva.
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La edad de la inocencia