Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
¿Qué queda de lo queer cuando no se define por la violencia soportada?
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
¿Qué queda de lo queer cuando no se define por la violencia soportada?
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Leer a una criatura a través de su camuflaje me parece un intento equivocado de comprender su verdadera naturaleza, todo su ser. Sería como estudiar a una cebra mientras huye de un león, o a un ratón mientras está muerto de miedo escondido en un tronco hueco. Quiero saber cómo se transforma la sepia cuando no hay tiburones cerca, sino solo otras sepias. Quiero saber de qué tipos de transformación es capaz cuando no la motiva el miedo, sino la comunidad y el sexo, y no me interesa llamar a esto disfraz.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Yo también quiero saber qué se siente al ser impensable, al inventar un futuro que nadie esperaba de ti.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
En la mitología china, hay una leyenda sobre una carpa que escaló una cascada en una montaña de altura asombrosa. Un antiguo héroe partió en dos la cima de la montaña y abrió así una puerta para que el río pudiera precipitarse por los acantilados. Cada año, muchos peces intentaban nadar contra la poderosa corriente y muchos fracasaban. Pero unos pocos luchaban contra la corriente del río para dar un último e impresionante salto sobre la compuerta abierta en la cabecera de la cascada. Antes de que sus aletas rompieran la superficie del agua al otro lado, los peces veían como sus cuerpos blandos y regordetes se transformaban en algo reptante y la mucosidad resbalosa de sus escamas se endurecía como una piel de guijarros. Es decir, se convertían en dragones.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Siempre estaré un poco enamorada de los peces dorados en estado salvaje. Sé que esa es, de toda esta historia, la lección equivocada. Sé que causan estragos irreversibles. Desarraigan a los habitantes del fondo, pisotean los ecosistemas, siembran parásitos en la carne de otros peces. Sé que una vez que se apoderan de un estanque es imposible extirparlos. No quiero una supremacía de peces dorados, un mundo en el que peces del tamaño de melones se abalancen sobre ecosistemas frágiles como bolas de demolición. Pero cuando pienso en estanques infectados de peces dorados del tamaño de un bidón, siento una especie de triunfo. Veo algo que nadie esperaba que no solo siguiera vivo, sino que además creciera, y ahora no está solo. Veo una criatura cuya existencia actual debe de haber sido una sorpresa hasta para ella misma.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Tal vez estos momentos me enseñen que esta alegría no proviene de estar rodeada de gente que se parece a ti, sino de gente que se irrita como tú. Tal vez el hogar sea la gente que oye cómo despotricas y asiente, porque lo saben. Tal vez quejarse con alguien que te entiende sea uno de los consuelos más puros de la tierra. Tal vez se trate de menos de nuestros orígenes comunes que de nuestras irritaciones, obsesiones, quejas, miedos, resentimientos. Nos diseccionamos a nosotras mismas aún y nos preguntamos cómo llegamos a ser, pero ahora somos nosotras quienes preguntamos.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Cada vez que intento escribir este artículo me siento diferente respecto a mi cuerpo, a mi género, a mí misma. Cada vez concluyo que no debo estar preparada para escribirlo; es mejor experimentar algo y luego esperar unos años para reflexionar, es el consejo que se nos da en general. Pero si no lo escribo ahora, ¿cómo voy a trazar mi propia evolución? Así que apodo este ensayo como pseudomorfo, una luna gibosa, una silueta en tinta de la persona que soy ahora y a la que puede que ya no me parezca en el futuro.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Si estirara la memoria de mi vida como una cinta y la sostuviera a la luz, años enteros estarían desgarrados: parches gastados, rasgaduras, agujeros. En cierto modo, esto me alivia. Lo que haya sucedido en esas horas de mi vida se ha perdido para siempre o, si aún existe, se ha moldeado en algo parecido a un instinto. Son las horas perdidas de mi vida, el tiempo que he vivido inconsciente, existiendo como un cuerpo físico en el espacio sin poder comprender lo que hacía o lo que me ocurría.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Me doy cuenta hoy de que el deseo de mi madre de que estuviera delgada era un acto de amor, a su manera. Me quería delgada para que mi vida fuese más fácil. Blanca, para que mi vida fuese más fácil. Heterosexual, para que así mi vida fuese fácil, fácil, fácil. Para que nadie cuestionara mi derecho a estar aquí, en América, como le había pasado a ella. Ojalá pudiera decirle que he estado bien así, que en realidad estoy mejor así. Desearía que ella también dejara de querer esas cosas.
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Hasta dónde llega la luz: Una vida en diez criaturas marinas de Sabrina Imbler
Mi experiencia como persona mestiza no es fija, sino que siempre oscila entre el chino y el blanco, la nostalgia y la irritación, el orgullo y la culpa. Quiero imaginar mi existencia mestiza en el presente y en el futuro. Quiero pensar en mi ser mestizo no como un sustantivo, sino como un gerundio. Quiero imaginarme como un vivir en progresión.
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