Magistral de Rubén Martín Giráldez
Puede que en vuestros libros haya espacio y pastitas para todos, pero aquí no. Soy consciente de que un imperio sin filisteos no es un imperio. Sea. No necesitáis ni un solo autor más preocupados de complaceros que de escribir. Escribir no es una labor diplomática. No debería haber lugar para la amabilidad en la novela, quien se pierda que se enfurezca, que para eso estamos rellenos de sangre y o de cacahué. La dificultad no la constituyen ciertas clases de lenguaje, sino el lenguaje en sí. De lo oracular a lo vernáculo.
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