Viaje a España de Romain Rolland
Un pueblo al que se sirven estos espectáculos no es necesariamente un pueblo de cobardes (por más que habría que discutirlo, porque la cantidad de cobardía que se despliega en esta lidia equivale cuando menos a la de la valentía; en todo caso, los que la contemplan desde la comodidad de los tendidos no demuestran arrojo alguno), pero sí un pueblo que guardará en lo más íntimo de sí mismo un fondo de crueldad y de maldad bestial. Un pueblo incivilizado que excluyo de mi Europa.
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