Aprendiz de asesino de Robin Hobb
Ninguno de los dos sentía la necesidad de compartir sus sentimientos; preferíamos mantenernos a una distancia prudencial el uno del otro, pese a lo que logramos alcanzar una buena medida de comprensión mutua. Así y todo, en el baile formal que era nuestra relación, había sitio ocasionalmente para el genuino alborozo, y a veces conseguíamos danzar al son de la misma música.
|