El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson
Uno pone en fórmula una pregunta y es lo mismo que empujar una piedra. Está usted sentado plácidamente en lo alto de un monte y allá va la piedra, poniendo otras en movimiento, y a lo mejor un pobre infeliz, el que menos se podía imaginar, recibe el golpe en la cabeza, en el propio jardín de su casa, y su familia tiene que cambiar de apellido. No, señor; he hecho de ello una regla: cuanto más huele, menos preguntas.
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