Canadá de Richard Ford
No llegué jamás a conocerla ni a hablar con ella. Nuestra amistad no existía más que en mi cabeza. Tales cosas no podían suceder nunca en la realidad, y no suce-dían. La soledad te hacía comprender este hecho triste de la vida, y al mismo tiempo imaginar que no sólo eso sino muchas más cosas podrían ser diferentes.
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