Martinete del rey sombra de Raúl Quinto
Al fin y al cabo ser gitano ha sido siempre algo parecido a esto. Fuga, canción, pena y presidio. La noche del 30 de julio de 1749 la luna llena era un agujero blanco, el ojo tuerto de Dios, la calavera futura del sol y el espejo de su luz absurda, descalza, pequeña y perdida. Nadie tiene rostro esta noche, nadie, y la noche parte en dos miles de vidas. Gitano, gitana. Tu corazón es sucio como el barro y la nieve pisada, pero late igual dentro de tu pecho. Esta noche no tiene rostro pero nos está mirando fijamente a los ojos.
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