Un matrimonio feliz de Rafael Yglesias
Por fin, después de décadas de darle vueltas, tras haber visto morir a su padre lentamente y ahora ver cómo la madre de sus hijos se consumía poco a poco, estaba convencido de que la muerte era algo más que la mejor manera de resolver la historia de un personaje, que la muerte era, de hecho, real. Ahora comprendía, en el mismísimo núcleo de todas las células de su cerebro, que él y todos los que estaban sobre la tierra pronto desaparecerían. Y con esa comprensión acompañándolo día y noche, sonaba a falso enfadarse por nada, ni siquiera por la muerte, pues la muerte era, después de todo, la consecuencia más ecuánime de la vida.
|