La Guerra de la Amapola de R. F. Kuang
Rin había cruzado todo el país para llegar a un lugar con el que llevaba años soñando, solo para acabar descubriendo una ciudad hostil y desconcertante que detestaba a los sureños. No tenía un hogar, ni en Tikany ni en Sinegard. Dondequiera que viajara, a cualquier parte a la que huyera, seguiría siendo una huérfana de guerra que no debía estar allí.
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