Babel de R. F. Kuang
"Ambos estaban conmocionados ante el repentino descubrimiento de que aquel lugar no estaba hecho para ninguno de los dos, de que a pesar de formar parte del Instituto de Traducción, a pesar de sus togas y sus pretensiones, no estaban a salvo en las calles. Eran caballeros de Oxford, pero, al mismo tiempo, no lo eran. La magnitud de aquel descubrimiento era tan devastadora, una cruel antítesis de los cuatro días de ensueño que habían disfrutado ciegamente, que ninguno de los dos quiso decirlo en voz alta."
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