Las joyas de la serpiente de Pilar Pedraza
Cuando una de sus manos atroces separó de su rostro y de su frente un rizo adorable, caí a sus pies desvariando como un loco, y la poseí sobre una piel de oso con un frenesí de endemoniado, gustando sus delicias y sumiso a sus martirios, deseando hallar la muerte en la cima del éxtasis.
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