La chica del tren de Paula Hawkins
Es un alivio estar de vuelta en el tren de las 8.04. No es que me muera de ganas de estar en Londres para comenzar la semana. De hecho, no tengo ningún interés en particular por estar en Londres. Solo quiero reclinar me en el suave y mullido asiento de terciopelo y sentir la calidez de la luz del sol que entra por la ventanilla, el constante balanceado del vagón y el reconfortante ritmo de las ruedas de los rieles.
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