Ophelia y el sueño de cristal de Paula Gallego del Hoyo
Querido amigo, compañero, todavia recuerdo nuestro primer abrazo; el calor, la seguridad y la dulzura de tus manos. Compartimos mil de ellos después, dos mil. Habrían sido infini- tos; quizá aún lo sean, tal vez en algún lugar podamos recuperar todos los que perdimos.
|